Todo son risas mientras el arlequín cuenta chistes. Todo son aplausos y halagos mientras hace lo que mejor sabe hacer: que los demás se rían. Pero cuando tiene problemas y deja de hacer gracia, nadie queda a su alrededor. Esa es la triste realidad de aquel que intenta dejar de lado su tristeza para que los demás estén bien, pasen un rato agradable. Trata de ser gracioso para que todos olviden sus problemas y preocupaciones. El bufón es lo que es mientras haga reir a los demás, pero deja de serlo cuando le ocurre algo que le hace estar mal. Entonces ya no es nada, ya no es nadie. Da igual lo que haya hecho en el pasado, dan igual los problemas que haya solucionado. Todo carece de importancia en ese preciso momento.
El bufón que antes escondía sus lágrimas y mostraba una sonrisa cómica ahora no puede parar de llorar. ¿Y quién queda de aquel público que antes tenía? Nadie. ¿Quién está a su lado de todas esas personas a las que ha ayudado? Nadie. Solo quedan él y su vieja falsa gloria.
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