lunes, 20 de noviembre de 2017

Indefensos ante el fascismo

Como afiliada del sindicato de estudiantes he leído, escuchado y visto demasiadas historias sobre agresiones fascistas que se denuncian y no van a ningún lado. Esta entrada la escribo a partir del miedo que siento de salir a la calle y que me reconozcan neonazis y demás lacras que deberían estar pudriéndose en la cárcel pero que cuentan con la protección y el silencio policial.

Hace unos años un compañero mío cuyo nombre no revelaré para proteger su identidad tuvo que irse a Madrid por las amenazas que recibía y las agresiones que sufrió. Viendo que denunciar solo servía para obtener una orden de alejamiento que la policía nunca se encargaba de proteger, se vio obligado a trabajar en Madrid y alejarse de sus agresores. Y es que es normal que una persona tenga miedo de vivir en una ciudad donde acercarse a un policía con una orden de alejamiento contra una persona que la está infringiendo no es suficiente para que alejen al infractor de él. Esto nos pasa muy a menudo a las personas que luchamos por nuestros derechos, que vemos nuestra vida amenazada a diario. Un claro ejemplo es un joven que murió a manos de unos fascistas antes de este verano cuya única culpa fue intentar separar una pelea que había cerca del local donde celebraba su cumpleaños. ¿Los asesinos? Libres.

Muchos de estos fascistas están reconocidos por compañeros que los han identificado y han tratado de denunciar en sus muchos de sus actos vandálicos, mientras que la policía sigue negando que existan organizaciones fascistas andando con impunidad por las calles. Será que los ataques a casetas y locales de las organizaciones de izquierdas no son suficiente prueba para demostrar que sí, que estas organizaciones pululan con libertad en nuestra ciudad.

No soy la única con miedo a salir a la calle y ser reconocida por estos individuos, quienes actúan en grupo para aprovecharse de la superioridad numérica. Se ve que no es suficiente que seamos vulnerables legalmente que necesitan otro respaldo, el de sus compañeros, para asegurarse de que la cacería se lleve a cabo con éxito. Y es que somos vulnerables ante la ley porque ya hemos visto que denunciar y obtener órdenes de alejamiento no son suficientes para protegernos. A esto hay que añadir que si en una agresión a mí me viene una manada a atacarme y yo opto por defenderme y le rompo la nariz a uno en mitad de la pelea quien acaba acarreando la culpa soy yo. Sí, somos culpables de que nos agredan.

En este país quienes acaban pagando son las víctimas, y es una vergüenza que en una democracia se trate de silenciar que el fascismo sigue presente en nuestras calles. Y ya no como idea política sino como arma de represión. Cuando las organizaciones fascistas son capaces de andar con total libertad en nuestras calles a pesar de los innumerables cargos de los que se les han acusado demuestra que vivimos en un sistema que todavía quiere sembrar el temor a luchar por conseguir una vida digna para someter al ciudadano. Cuando unos asesinos, y los cómplices que les dieron cobijo y trataron de ocultar el crimen, viven libremente su vida después de matar a un inocente muchacho cuyo único delito fue celebrar su cumpleaños y encontrarse a perros de presa sedientos de violencia no podemos sino culpar a las instituciones que protegen a estas personas.

No queremos vivir con miedo, no queremos pasear por la calle teniendo que tener ojos en la nuca para evitar que nos agredan, no queremos tener que proteger nuestras identidades, no queremos tener miedo de que sepan donde vivimos y que cualquier día nos puedan estar esperando en la puerta de nuestras casas a darnos una paliza. Esta es mi realidad, el miedo. Y, como yo, muchas otras personas viven perseguidas por estas organizaciones. Casi a diario tengo que escuchar a mis compañeros hablar sobre que vuelven con miedo a sus casas porque neonazis, o "señores de ultraderecha" como los llaman los medios de comunicación, les han estado siguiendo varias manzanas al grito de "rojo de mierda" o "sabemos quién eres". No queremos vivir en un sistema fascista que nos inculca el miedo a luchar por nuestros derechos, a expresar nuestro pensamiento, a tener una idea política distinta, lanzándonos a sus sabuesos a mordernos el cuello. Basta ya.

1 comentario:

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