Antes de nada quisiera disculparme si el título puede causar algún tipo de confusión. Aunque llevo una semana dándole vueltas tanto al título como a la entrada en sí, no he encontrado ninguno que me satisfaga, que resulte preciso y que no incite a pensar equivocadamente sobre las intenciones de esta entrada.
Quien me conoce bien sabe que lo que más odio en esta vida es la hipocresía, y más la de aquellos en quienes he depositado mi confianza y me han terminado decepcionando. Pero esta vez no vengo a hablar de ninguna experiencia personal mía, de algo que me haya pasado directamente a mí. Esta vez quiero hablar de aquellos que han querido o intentado suicidarse, o lo han hecho, y de aquellos que los han abandonado.
Cuando sale en la prensa o en cualquier medio la noticia de que un niño se ha quitado la vida por culpa del bullying todos nos ponemos la medallita durante ese día, la mayoría fingiendo una empatía que no tienen, condenando el acoso y la falta de intervención para evitar esa situación. Es muy fácil escribir un par de líneas dándole el pésame a la familia y a sus seres queridos y quejarse de que nadie haya hecho nada para impedir que esa criatura se quite la vida, pero luego nadie mueve un dedo.
Tildan de hipócritas a quienes se han planteado el suicidio por las razones que sean, critican e insultan a una persona que ya de por sí está bastante tocada por dentro y la abandonan a su suerte tras decirle "quien quiere suicidarse lo hace, no lo dice". Sé que no es muy agradable que una persona nos diga que quiere morirse, pero esa persona lo único que está haciendo es buscar un apoyo que la sujete y una razón por la que seguir viviendo. No podemos culpar a alguien que está sufriendo por intentar desesperadamente encontrar un motivo que la mantenga con vida. Es obvio que todos tenemos nuestros problemas y no podemos pasarnos la vida solucionando los de los demás, pero un poco de ayuda por nuestra parte podría salvar la vida de alguien que desee desaparecer. Solo se trata de hacer que ese alguien se sienta querido, sienta que importa, sienta que tiene un lugar en el mundo y que puede salir adelante. Pensad que si ha decidido contaros algo tan grave como eso, algo que no es fácil de contar a cualquiera, algo que le avergüenza, es porque os quiere, le importáis y os necesita. Pensad que en verdad el suicidio no es algo voluntario, no es una decisión que se toma a la ligera y que, quien la toma, lo hace inducido por determinados factores, que se siente obligado por no encontrar una solución a sus problemas.
Por eso os pido que dejéis de colgaros la medalla de la empatía cuando ocurren estas cosas y ayudad a quienes sabéis que tiene problemas que le impiden vivir su vida con normalidad. Quizá algún día no haga falta colgarse ninguna medalla. El suicidio es un asunto muy serio para aquel que se lo plantee y no es motivo de risas, burlas ni bromas, ni mucho menos para ignorar a quien lo considera como una opción o una huida. Sé que hay mucha gente, sobre todo jóvenes en las redes sociales, que no hacen más que bromear con ese asunto, pero es muy fácil diferenciar a quien se mofa y se ríe poniendo comentarios suicidas de quien, en silencio y confidencialmente, grita auxilio por el dolor.
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