jueves, 8 de octubre de 2015

Autómata

Me levanto, realizo mis funciones y vuelvo a mi casa. Me siento un autómata programado para cumplir con sus tareas. Me hallo en la más absoluta decadencia física y moral posible. Sin motivación alguna, asisto a las clases y completo mis tareas como una máquina a la que han diseñado para ello. Sentado y sin moverme del sitio, vacío por dentro y frío como el témpano. Y, cuando llego a casa, solo se me antoja desconectarme y apagar. O meterme en la cama y dormir, para que nos entendamos.

Esta mañana he vuelto a recordar lo gilipollas que soy. Esta sensación de vacío no es solo porque las clases sean aburridas y no hagamos nada más que prácticas absurdas que, la mayoría, no nos aportan nada. Tampoco es que nos aportaran gran cosa las de Imagen, pero ahí al menos sentía algo más de calidez. Echo de menos el laboratorio, el plató y la sala de digital. ¡Incluso echo de menos tomar los apuntes! Ahora... es como si esto no terminara de llenarme. Llamadme loco, pero quizá me haya equivocado de camino. Quizá todo lo que veía hace un par de meses eran simples ilusiones y la realidad esté golpeándome en la cara con una vara de hierro. Ahora mismo, a estas alturas, todo es posible.

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